Por: Enmanuel Peralta
“Amados, sabemos que somos hijos de Dios, pero aun no se ha manifestado lo que seremos”.
[Primera carta de San Juan 3, 2]
Amados lectores:
Hoy dirijo esta reflexión con extrema sensibilidad para aquellos que aún estamos en el camino de desarrollar todas nuestras fuerzas y capacidades, y que, con el pasar del tiempo buscamos alcanzar el dominio y la maestría de todos los talentos de los cuales hemos sido dotados en nuestra naturaleza humana por el Creador. Esta exposición es una simple y breve redacción de mis diálogos y discursos interiores, los cuales me digo a mi mismo en el baño o en la cocina. Así que, y me parece que:
El ser humano que no se mueve hacia algo verdadero, bueno y bello se deteriora, se oxida, se pudre y pronto se desvanece. Solo hace falta la chispa de una crisis como oportunidad para que despierte. Si no despierta, es un hombre perdido. Al menos mientras se mantenga en el letargo.
Empecemos. Dice Socrates que “es una vergüenza para un hombre envejecer sin llegar a ver toda la fuerza y belleza que su cuerpo es capaz de alcanzar”. La belleza y la fuerza de la que habla Socrates no es meramente corporal o muscular, aunque no prescinda de ello; pero más bien de aquellos dones–y sí incluyendo los músculos–que el ser humano posee inmanentemente en su naturaleza. Y capaces de realizar hazañas complejas, con procedimientos complejos y problemáticos. Sin embargo, Platón visualiza la inmanencia de nuestras capacidades de acuerdo a un modelo eterno y superior de acuerdo a lo divino, y pre-existente. Solo hay que alcanzarlo, según Platón, por medio de una “retrovisión” saliendo de la caverna en la cual nuestra ignorancia nos ha mantenido sometidos. Por lo tanto, somos capaces de alcanzar, virtudes y hazañas, que superan las percepciones humanas de los tiempos y las circunstancias en la que estos hombres se desenvuelven. Heroísmo. El cuerpo o soma, para Socrates y Platón no es el mero organismo biológico, sino, la manifestación de la Psique(mente o alma), o como en palabras del antropólogo Fernando Rielo propone en su libro Concepción Mística de la antropología: “el cuerpo, no es más que el espíritu Psicosomatizado”. La unidad del ser humano es perfecta, e intrínsecamente inseparable en su espíritu, alma y cuerpo. Para Tomas de Aquino, por ejemplo, en cualquier acto del hombre, esta todo el ser involucrado en dicha actividad. Pero lo que nos concierne es una reflexión es que mediante esta exposición nos elevemos, realmente, a un conocimiento mejor de nosotros mismos, un impulso sencillo para saber de qué somos capaces. Y a partir de estas reflexiones, podríamos hablar del hombre capaz.
La capacidad del hombre. Sabemos, amados lectores, que el ser humano es capaz de muchas cosas, no solo por teorías metafísicas sobre el espíritu del hombre, sino más bien, porque hay también muchas e inconfundibles huellas de la manifestación de la raza humana en todos los tiempos, lugares y circunstancias en la que ha desplegado su ser y manifestado toda la grandeza posible de acuerdo al alcance que le es propio a cada individuo y de acuerdo a los conocimientos alcanzados y medios técnicos disponibles en tiempo y espacio, dejando sus hazañas en todos los campos y actividades de la vida humana; desde las guerras, las ciencias, el saber filosofico y teologico, la política, la agricultura, el arte y las infraestructuras… Sin embargo, esta reflexión me ha caido dura, porque no quisiera yo, alabar las hazañas de los antepasados realmente, sino, que me gustaría, ahora mismo, alabarlo más bien a uno de ustedes mis distinguidos lectores. Los cuales, tanto como yo, buscamos encontrar o expresar toda nuestra capacidad a través de las actividades, talentos o desafíos que nos son propias de acuerdo a la realidad de cada quien.
Por ello, para saber de que somos capaces, lo más importante es darle las bienvenidas a las crisis, desafíos, a ciertas situaciones peligrosas, y aprender a no rehuir de los problemas, ni mucho menos estancarse bajo la tristeza producida por ciertos acontecimientos, y peor aún adoptar una actitud de continuas quejas. Los quejumbrosos, merecen el destierro, pues es una muestra de extrema debilidad o enfermedad del espíritu. Para que la capacidad del ser humano, es decir la tuya, sea manifestada, es de obligación para ser un hombre capaz, se ha de aprovechar cada peligro, o problema para manifestar nuestras capacidades en el campo donde nos desenvolvemos. Sin problemas no hay retos para conocer nuestras capacidades. Por ello, si no hay problemas, tendrás que inventarlos, y vivir de algún modo “peligrosamente”. Pero no siempre hay que llegar a los extremos. Aunque si ya eres un iniciado, el extremo es la “muerte bella” de un verdadero espartano.
Las dificultades diarias facilitan el ejercicio de nuestras capacidades, permitiendo desarrollar tareas ordinarias y complejas y alcanzar maestría y virtud en el campo y ámbito en el que nos desenvolvemos. Por ejemplo, el problema para empezar este escrito era que no sabía con qué oración empezarlo, más sin embargo, desde que lo empecé, deje de preocuparme de ello. Simplemente comienza. La capacidad del hombre esta primordialmente en lo ordinario, en lo poco, en lo del día a día. “El que no cargue con su cruz cada día, no es digno de mí”, dijo el Nazareno. Por lo tanto, si eres de mis lectores, de esos que tanto han pedido estos escritos, recuerda, que debes asumir la complejidad de los problemas ordinarios, trabajando el enfoque, derrotando las distracciones y la pereza.
Es maravilloso ver, la capacidad manifestada en el campo de la realidad, la armonía, la paz y seguridad que transmite el semblante de un hombre o una mujer que se ha adiestrado en la solución de los problemas ordinarios, y es fácilmente reconocible por la masa de la gente, sean sabios o ignorante, la santa faz del hombre capaz es una de las cualidades de la belleza. Parecen inconmovibles frente a situaciones problemáticas por las que otros andarán de quejas en quejas, atribulados y amedrentados. Debiluchos. Pero ustedes, mis amados lectores, jamás deben de identificarse con esta clase de hombre. Solo mezclarse si se le ha de ayudar. Y esto es posible, si el hombre débil se deja dar la mano, y deja a un lado la blandenguería y se compromete a abandonar los vicios provocados por la molicie. El hombre débil aún en lo ordinario, debe de iniciarse en desafíos propedéuticos que pedagógicamente, le levanten él anima. Un impulso y unas palmadas puede ser suficiente para algunos. A otros hay que empujarlos con bravura. Mientras que otros son tercos como la mula. Un poco de paciencia y algunos volverán al redil. Mientras tanto, amado lector, sigues mostrándote a ti mismo de lo que eres capaz cada día de manera ordinaria, y aplica el adagio romano: recoge rosas mientras haya. La gloria subyace en lo sencillo, simple, de sol a sol. Hasta que un día, la aurora de un nuevo amanecer despunte. Y para entonces, estarás más que preparado para enfrentar grandes desafíos. Incluso la muerte, nos parecerá un paso glorioso. Por este camino tan precioso nos preparamos. Saber que algún día vamos a morir con la santa faz de nuestros rostros lleno de luz y belleza por haber ejercitado nuestras capacidades de acuerdo a los talentos de los cuales nos ha dotado nuestro Divino Creador.
En el otro caso, lo extraordinario, pienso yo, no se ha de buscar. Las circunstancias adecuadas, cuando la oscuridad llegue a nuestra vida, nuestra capacidad ordinaria será probada y llevada a un extremo no visto antes. Puedes quejarte, llorar o lamentarte. O “motherfuckers” enfrentarte al nuevo problema y probarte a ti mismo de lo que eres capaz. La verdadera capacidad solo se mide en tiempo real, y una vez vencido o solucionado un problema desafiante, obtendrás la seguridad suficiente para enfrentar muchos otros problemas que derivan de la misma raíz e incluso, en otros ámbitos. El relato bíblico de cuando David iba a enfrentar a Goliat hace una importante recuerdo como reflejo de sí mismo en el pasado: “Yo he matado osos y leones mientras defendían las ovejas de mi padre; y este incircunciso no tendrá una suerte diferente”. Es decir, los trabajos ordinarios de David, cuidar las ovejas y defenderlas de osos y leones desarrollaron en él suficiente seguridad en su capacidad que no dudaba en enfrentar nuevos retos. “Hay cosas difíciles; y precisamente, son difíciles porque no nos atrevemos a realizarlas”, escribió Séneca. Sin duda, la capacidad del ser humano no es cuantificable, en tanto que está siempre en desarrollo, es un devenir histórico en su propio ecosistema. Una situación tras otra, genera suficiente confianza y conocimiento del asunto que uno podría relajarse y hasta echar chistes sobre el problema, como lo hizo el rey leonida de Esparta justo antes del último enfrentamiento con los persas: “Desayunen bien, porque esta noche cenaremos en el hades”. Amados lectores, cultiven sus talentos, aprendamos a adiestrarnos en los problemas ordinarios y sin miedo podremos enfrentar los problemas más difíciles en el campo que nos queramos desarrollar. O, como Perseo, allá donde nos desafían. Trabaja en el campo en el cual has sido llamado, no con poca diligencia, no por sentimientos sino con ahínco y disciplina, no por valores mundanos ni motivaciones de placeres animalescos. Hazlo con la pasión de la divinidad y la fuerza vital que reside en ti. Hazlo, demuéstrate a ti mismo, amado lector, de cuánto eres capaz de alcanzar en una unidad de tiempo. No desperdicies el tiempo en distracciones, ni diversiones absurdas. Hazlo.
Ahora. Llévate de mi.
Libros Citados:
- Primera Carta del Apostol San Juan(Santas Escrituras., N.T.)
- Concepción mística de la antropológica, Fernando Rielo.
- Sobre el ente y la esencia, Santo Tomas de Aquino
- I libro de Samuel(Santas escrituras)
- Cartas a Lucilio, Séneca
- El Timeo, Platon
- Historia de Grecia, (libro 7) Batallas de las termópilas. Herodoto.
- Evangelio Jesús, el Cristo(N.T), según San Mateo, Apóstol.
Somos creados en semejanza eh imagen de Dios por ende ser como el, accionar cuando es debido, orar y confiar en Dios, cuando las cosas están fuera de nuestro control. Y estoy totalmente de acuerdo con su publicación Dios lo Bendiga Amén Vivat Jesús