Un brevísimo abordaje de la dominicanidad desde mi perspectiva
Por: César Canela
«La cultura, no obstante en su aspecto solemne y hierático, no es más que el resultado de humildes necesidades del hombre. Viceversa:“Toda necesidad humana, si se potencia, llega a convertirse en un nuevo ámbito de cultura”.»-
–J. Ortega y Gasset
Antes de iniciar la reflexión, es importante apuntar que existen tres juicios que, según Kant, son : cognitivos, éticos y estéticos. Los cognitivos van a la dimensión lógica de cualquier realidad, produciendo un criticismo que busca descubrir o presentar el epísteme. Los juicios éticos son aquellos que analizan hechos para juzgarlos como buenos, malos, correctos e incorrectos. Finalmente, los juicios estéticos se ocupan exclusivamente de lo bello y de la influencia de eso bello en la vida humana. Nuestro análisis de la cultura se centrará exclusivamente en el juicio cognitivo. Proponemos abordar las valoraciones éticas y estéticas en posteriores trabajos
Aclarado el punto anterior, empezamos diciendo que la dominicanidad es el resultado de mezclas culturales por las razones históricas que casi todos conocemos. Esas tres culturas son la aborigen, la española y la africana. Cabe decir, lo que menos queda es lo aborigen, cosa que se puede observar en nuestro modo de vida como país. Muchos hubiéramos querido que lo aborigen predominante por encima de las demás pero no es el caso. En todos los encuentros culturales prevalece una cultura más que la demás ya sea por razones económicas, políticas y/o sociales.
Nuestra identidad cultural actual tiene un gran número componentes hispánicos: la base del idioma, libros, arquitectura. Además, lo que sabemos de los aborígenes está atravesado por el mundo hispánico. Los aborígenes no conocían la escritura y lo que sabemos de ellos es por los estudios de Fray Ramón Pané y los escritos de Fray Bartolomé de Las Casas.
Junto con lo hispano se mezcla lo africano, que influye de manera interesante en la religiosidad, especialmente con el uso del tambor, el ritmo del merengue y el baile alegre. Lo africano es una riqueza maravillosa porque nos aporta esa frescura ritmica, pegajosa e interesante. Mientras que lo aborigen lo percibimos en algunas palabras y algunos alimentos como el cazabe, impactando, aunque en menor medida que lo africano y lo hispano. Aunque la influencia de las tres culturas antes mencionadas -africana, hispana, aborigen, por ese orden- han prevalecido sobre el resto, cabe destacar el papel minoritario, aunque importante, que desempeñaron los ingleses, los franceses, los estadounidenses y los holandeses.
A las consideraciones culturales anteriormente mencionadas cabe sumársele que un estudio del ADN dominicano en donde se afirma que el 49% pertenece a lo africano, el 39% a lo europeo donde lo hispánico es lo más influyente, mientras que sólo el 4% procede de los taínos.[1] Se mantiene la hipótesis de que las mujeres africanas son un factor importante en el desarrollo de la población dominicana.[2] Estos datos genéticos podrían esclarecer el alcance de la influencia de las culturas mencionadas para dar origen a ciertos aspectos de la dominicanidad.
Ahora bien, esa perspectiva clásica que expongo sobre la dominicanidad no indica que la cultura esté petrificada y que deba frisarse para asumirla de modo estático. Como diría Ortega y Gasset, la cultura es lo transvital, es decir, una extensión de la vida.[3] En palabras nuestras es aquello que está más allá de la vida porque se mantiene pero que depende de la vida para sostenerse. Ahora mismo la dominicanidad se va nutriendo los flujos migratorios provenientes, esencialmente, de Venezuela y Haití.
La relación entre ciudadanos va produciendo una transferencia cultural, la cual es inevitable, puede tener mayor o menor medida dependiendo de la influencia o el poder que tenga una sobre otra. Al final, la cultura es un modo de vida que nos individuos asumen por conveniencia o por convicciones. En todo encuentro cultural hay intercambio en donde unos aspectos culturales prevalecen sobre otros. Ha sido así y será también así. No necesariamente implica que el más poderoso impogan su cultura, en el caso de occidente Roma conquista a Grecia militarmente pero Grecia conquista a Roma culturalmente. Del mismo modo, es un fenómeno interesante; mientras que oriente Mongolia controla a China militarmente mientras que los elementos hegemónicos de la cultura china se mantienen cuasi intactos a pesar de la presencia mongol.
Volviendo a nuestra dominicanidad, reafirmo que nuestra riqueza como dominicanos es la convergencia de las culturas africana, española y aborigen. Aunque poniendo solo esas tres culturas hacemos una limitación porque como muestra la historia, en nosotros influyeron e influyen otras culturas que van modificando nuestro modo de vida.
De este modo, muestra que la cultura es un organismo vivo que se va nutriendo de forma impredecible de distintos elementos, en teoría la cultura pretende ser nacional, sin embargo, hay unos rasgos mínimos que son propios de cada familia, incluso de cada persona. En la medida que nos relacionamos con nuestros conciudadanos y con los extranjeros va ocurriendo una transferencia cultural en donde cada uno puede decidir o expresar con qué elementos se siente más identificado. El ser humano es libre de asumir preferentemente algunos aspectos culturales de forma personal. En eso consiste la riqueza cultural.
Considero que la cultura no es estática en ninguna parte del mundo porque ella va fluyendo y se va reelaborando progresivamente. No existe cultura pura, no existe esa identidad pura. Me preocupa muchísimo cuando la gente quiere aferrarse a pureza cultural, no me suena sano eso. Una cosa es sentirse más identificado con un aspecto de la cultura y otra cosa es rechazar otros aspectos de la cultura porque nos nos gusten. Como es el caso de algunos grupos pro cultura africana o aborigen que rechazan la riqueza hispánica, y viceversa.
Queremos mostrar la cultura como algo inmóvil porque nos resulta más fácil para definirla porque la miramos desde lo histórico, desde lo que ha pasado y, ciertamente, la mirada cultural desde el historicismo sólo puede entenderse claramente desde el pensamiento eleático, cosa valiosa para poder otorgar los rasgos identitarios que nos han caracterizado en el tiempo. Afirmamos que la cultura como hecho histórico es estática, eleática; mientras que la cultura, en la medida que la vamos construyendo día a día es jónica pero desde la perspectiva de Heráclito: “todo fluye” (Πάντα ῥεῖ).
En definitiva, la cultura en relación con los hechos del pasado es estática, mientras que en relación con el presente es dinámica. Por más que queramos petrificarla irá cambiando poco a poco. La cultura es una dialéctica interminable que va en evolución de forma impredecible y natural gracias a las relaciones (pacíficas o violentas) de los seres humanos que van coincidiendo en distintos espacios. La cultura dominicana no es la excepción.
Un abrazo. ¡Qué la filosofía les acompañe!