Para los taínos, la muerte no era el fin, pues, entre ellos existía la creencia de la continuación de la vida en otro mundo supraterrenal que ellos llamaban Coaibai, la morada de los muertos. El Coaibai se encontraba en una región distante e inaccesible para los vivos llamada Soraya, gobernada por el cacique Maquetaurie Guayaba. Los muertos esperaban ahí hasta el anochecer, para luego salir a comer guayaba, tener relaciones sexuales, celebrar y bailar.
En vista de que la vida continuaba en otra región, los muertos eran enterrados con sus pertenencias esenciales. La muerte de un cacique era seguida por una serie de ritos funerarios que podían durar hasta un año. Según el profesor Juan Bosch, el cadáver de un cacique era abierto para extraer las vísceras, lo secaban después al fuego, a fin de que se conservara entero. En el caso de los caciques, algunas de sus concubinas favoritas eran enterradas vivas con él, aunque bueno, no siempre estas mujeres deseaban ser sepultadas vivas, de modo que, eran obligadas por medio de mordazas o alguna droga que las mantuviera quietas mientras culminaban con el enterramiento.
Athebeanenequen: sacrificio humano
«Llamaban los indios desta isla Athebeanenequen la mujer hermosa e famosa que viva fue enterrada con el marido; más cuando tales no se comedían, aunque les pesase, les metían con ellos. E así acaeció en esta isla, cuando murió el cacique Bohechío (Grand señor como se dijo en su lugar), que dos mujeres de las suyas se enterraban con él vivas» (Historia General y Natural de las Indias, por Gonzalo Fernández de Oviedo).
Hasta hace poco, en el Museo del Hombre Dominicano se exhibía un enterramiento taíno recuperado por Marcio Veloz Maggiolo, Elpidio Ortega, y los asistentes arqueólogos R. Rimoli y Fernando Luna Calderón en la Cucama, Distrito Nacional, República Dominicana. El enterramiento puede ubicarse en el período inmediatamente anterior a la llegada de los españoles a la isla, y parece confirmar la versión del cronista Fernández de Oviedo sobre los sacrificios humanos entre los taínos.
Con respecto a este enterramiento que se exhibía en el Museo del Hombre Dominicano, que es el que ustedes pueden ver en la imagen de este post, el personaje masculino fue colocado primero, y la mujer, sobre el hombro de este. La boca desmesuradamente abierta del personaje femenino hace suponer que fue enterrada viva. Ella era mucho más joven que su consorte masculino, era también de complexión mayor que el hombre, y naturalmente la posición acuclillada del cadáver se mantuvo pese a la asfixia, por lo que los arqueólogos citados anteriormente suponen que:
1) fue enterrada atada.
2) fue enterrada bajo los efectos de alguna droga.
3) el peso de la tierra hizo imposible sus movimientos.
En conversaciones con el historiador José Guerrero, este me decía que todavía sigue siendo tema de debate si con “athebeanenequen” Fernández de Oviedo se refería a una de las esposas sacrificadas de Bohechío o era el nombre que se le daba al ritual. En todo caso, tanto el Dr. Alejandro Llenas como Rafael García Bidó, consideran que ese era el nombre de una de las esposas de Bohechío, a quienes llaman: “Guanahatabenequén” o “Guanahatabenechena”.
Datito extra:
*Aunque la familia taína era monógama, es decir, que los taínos convivían en una pareja, los caciques tenían el privilegio de la poligamia. Al respecto, Gonzalo Fernández de Oviedo escribió: “en esta isla cada uno tenía su mujer, e no más, y los caciques o reyes tres o cuatro e cuantas querían”. Incluso, cuando Colón llegó a la Isabela, fue recibido por el Cacique Guacanagarix y sus treinta mujeres semidesnudas.
Libros consultados:
1- German Camarena: «Historia de Puerto Plata», Puerto Plata, República Dominicana, 2003, Editora Corripio CxA, pág. 27.
2- Frank Moya Pons: «Manual de historia dominicana», Santo Domingo, 2002, Carbbeann Publishers, 13a edición, pág. 5.
3- Rafael García Bidó: «Voces de bohío. Vocabulario de la cultura taína»,Sato Domingo, 2010, Archivo General de la Nación, Colección cuadernos populares 3, págs. 26; 67.
4- Sebastián Robiou Lamarche: «Mitología y religión de los taínos», San Juan, Puerto Rico, Editorial Punto y Coma, 2006, pág. 19.
5- Andrés Blanco Díaz: «Dr. Alejandro Llenas. Apuntes históricos sobre Santo Domingo», Archivo General de la Nación Vol XLI, Santo Domingo, 2007, pág. 67.
6- Juan Bosch: «Indios: apuntes históricos y leyendas», Colección Bosch para Todos, Santo Domingo, 2012, págs. 23; 29.
7- Fray Ramón Pané: «Relación acerca de las antigüedades de los indios», Fundación Corripio, Santo Domingo, 1988, Biblioteca de clásicos dominicanos II, págs. 40-42.
8- Fausto Arturo Rodríguez R.: «Museo del Hombre Dominicano. Catalogo General», Santo Domingo, 1989, págs. 41-44.