En los últimos años los candidatos al premio Nobel de literatura han sido muchos, de ambos sexos. En pocas ocasiones las famosas quinielas del Nobel de literatura (que hacen un listado de los posibles ganadores) han dado resultado. Pero este año si dieron resultados con el galardón a la escritora francesa Annie Ernaux quien por algunos años era mencionada como favorita en las quinielas hasta que finalmente lo ganó. Algunos críticos dicen que los más favoritos en las quinielas del Nobel casi nunca ganan y que en vez de ser un privilegio ser parte de los nombres de ese listado, es todo lo contrario: una desgracia, si se quiere. Y no es un comentario descabellado.
Por ejemplo el escritor de origen keniata (Ngugi wa Thiong’o) por varios años está a la cabeza en las quinielas como posible ganador, pero lamentablemente no lo ha ganado. De la misma manera nos encontramos con el escritor japonés (Haruki Murakami) quien también es un eterno candidato a la espera del Nobel, a tal punto que vio la necesidad de escribir una novela titulada (Confío en no tener que hacerlo) un relato sobre un escritor desquiciado que, harto de no ganar el Nobel, decide asesinar a todos y cada uno de los miembros del jurado de la Academia Sueca. Muchos pensamos que el año para Murukami era el 2021 pero todos quedamos sorprendidos cuando lo ganó el novelista tanzano Abdulrazak Gurnah.
En fin: quise introducir este comentario partiendo de dos de los más mencionados ( Thiong’o y Murakami) en las quinielas a ganar el Nobel de literatura cada vez que se acerca la fecha de dar a conocer el nuevo ganador, porque aparentemente esto no solo sucede con dicho galardón, sino con varios.
Por ejemplo: en República Dominicana (aunque, lógicamente, en polos de premios distintos) nos encontramos desde hace años con dos escritores que desde hace varios años, según la crítica, los grupos literarios y culturales fungen cómo los más favoritos para que le otorguen el premio Nacional de Literatura de la República Dominicana. Hablo de Efraim Castillo y de Ivan Garcia Guerra, si tomamos en cuenta el ejemplo que puse de los favoritos en las quinielas del Nobel de literatura, quizás por esto, (por ser los más favoritos) es que a estos últimos no le han dado el premio más importante que otorga el país a la trayectoria de un escritor dominicano, y digo quizás porque sabemos que también hay otros asuntos extracurriculares que los jurados toman en cuenta.
Sabemos que República Dominicana tiene varios escritores de talla respetable para ganar este premio, pero soy de los que piensan que primero se debe tomar en cuenta al escritor con la trayectoria más sobresaliente y continuar en este lineamiento para que el Premio Nacional de Literatura en verdad sea justo. No es cuestión de que: “por qué a fulano sí y a fulanito no”, es cuestión: de quién lo merece primero.
No quiero abundar más en este tema, soy consciente de que quizás soy la persona en el país que más seguimiento le da a este premio que misteriosamente ha perdido tanto valor, pero también considero que si es el galardón más importante que se otorga a nuestra literatura, como lectores, escritores, gestores, etcétera que varios somos debemos darle el valor que merece dejando a un lado los prejuicios que tanto daño le hacen a nuestra literatura.
Algunos dicen que debemos olvidar el asunto de querer ganar premios, etcétera, pero desear ganar un premio no solo pasa en República Dominicana, sino en todas partes. Muchos de los escritores que uno como lector admira también ganaron sus premios y se sintieron feliz, ganaron reconocimientos, fama y eso no es nada malo, es parte de la labor. ¿Por qué es malo que premien una obra a la cual le dedicaste tanto tiempo? ¿Por qué es malo querer darse a conocer? ¿A qué escritor no le gustaría ganar un Alfaguara, un Planeta, un Cervantes, un Asturias, un Nobel, etcétera? Dejen la falsa modestia que no todos tienen los ideales de Jean-Paul Sartre.
Considero que lo que no debemos hacer es escribir pensando en ganar premios, sino escribir para crear buenas obras, pero si los premios llegan no es malo aceptarlos… Es bueno sentir que a las creaciones que tanto tiempo le ha dedicado están siendo valoradas.