Por: Saúl Torres
El Bufón siendo parte del Circo del Intelecto, es el más destacado de los que actúan debajo de la carpa. Su espectáculo sigue siendo tan único pero repetitivo, que es casi imposible no identificarlo, pues es el único capaz de proclamar la independencia con una pistola de juguete, y es el único que puede tomar el lugar del rey entreteniendo al público.
Uno puede llegar a la conclusión de que el Bufón no es precisamente una persona, sino un tipo de persona que tiene cierta reputación debajo de sus propias luces, y que no tolera a ningún espectador que no aplauda a su acto. Su propio público a veces tomará la tarea de echar al espectador hostil.
Tiene tanta influencia como cualquier otro, solo que se lo ha ganado de la manera más grotesca y sucia. Es endiosado como un artista, sus malabares y torpezas son considerados ingenio y sensatez.
Se puede decir bastante de su público, decir por ejemplo que no conocen el verdadero arte de la broma, ni que nunca han visto el verdadero telón que oculta a los verdaderos artistas en el teatro. Hasta decir que, no solo tienen buen sentido del humor, sino que simplemente no tienen.
Dicho personaje tiene una autoestima tan baja que encuentra cierta tensión en otros personajes paralelamente distintos a su acto, que siente la necesidad de traer a su espectáculo la humillación de sus nombres.
En ciertas ocasiones se podría pensar que los chistes del Bufón son dignos de toda risa, porque sugieren cierto tipo de cotidianidad en la vida de los más simples, incluso hasta podríamos notar filantropía por el hecho de que nos hace reír, no solo de nosotros mismos, sino de cualquier otro que sea víctima de su burla. Lo cierto es, que el Bufón es el personaje más egocéntrico de todo su grupo, está dispuesto a sabotear a los demás, y al mismísimo lenguaje para provocar risas que terminan venerando su nombre. En pocas palabras, su filantropía no es más que quedar bien con el público, y romantizar, por supuesto, los males.
Pese a todo el espectáculo que encierra a este individuo en busca de que levanten su propia estatua, es reconocible sus esfuerzos, pese a todo su arsenal de triquiñuelas, es una persona determinada, hasta devota, que sabe caminar bien en la cuerda floja sin temer hacer el ridículo. Aunque tiene poca importancia por la vida de sus espectadores, siente un tipo de amor por el personaje que ha creado y que ha conseguido que su público ame. A la larga, el Bufón después de cada acto, termina yendo a la cabina a quitarse el vestuario, es un hombre cobarde que solo sabe decir lo que siente cuando los focos están apuntándoles con su luz. También es un hombre, como cualquier otro que no ha sabido aprender con las experiencias, y que reprime la responsabilidad moral con rebeldía.
Aunque para unos el Bufón solo es un Bufón, para otros, es una referencia de intelectualidad y verdad, alguien digno de seguir. Y esto revela muchas veces, que la culpabilidad la tiene en mayoría el público con mentalidad débil. De cierta forma el Bufón es un mal para la sociedad (por más pequeño que sea) que ve nacer una nueva generación, que está carente de identidad y sobre todo principios morales e honestidad intelectual. Desearía que el espectáculo del este personaje solo sea para adultos, pero nada impide que cualquier niño pueda comprar una boleta para la función.
El único camino en que la pseudointelectualidad no nos afecte, es la conciencia, es reconocer que ese anuncio de la carretera nos está invitando al Circo del Intelecto, no a cualquier circo pueblerino inofensivo, ingenuo y lleno de magia para las familias. No estoy prohibiendo entrar al cuyo circo, más bien, entrar con la madures suficiente de nuestros actos.
Nota: El Circo del Intelecto está compuesto por otros personajes que en un futuro daré a conocer en una edición mucho más extensa. Al igual que el Bufón, todas las sociedades están repletas de estos circos con ciertos personajes más que otros, pero que son dañinos para nuestra sociedad actual y futura. El Bufón solo es un estándar moderno de intelectualidad, una gran influencia que se propaga para desvirtuar el verdadero conocimiento, y hacer la típica frase de “Una mentira dicha muchas veces se vuelve verdad”.