Por: Gerson Adrián Cordero
Resulta difícil encontrar a un lector comprometido que no haya, por lo menos, leído una de las obras de Gabriel García Márquez (1927-2014). Digo difícil porque este autor es responsable de inculcar el hábito de la buena lectura y la escritura a generaciones de personas.
En mi caso, descubrí su magistral narrativa gracias al profesor de español cuando cursaba el tercero de bachillerato, hace ya de eso unos largos años. Recuerdo que mi profesor de español nos miró a todos serenamente y dijo con su voz suave y firme. «La tarea para la semana entrante es exponer una obra del autor que ustedes consideren(…)». En ese momento yo no era un joven comprometido con la lectura, pese a que algunas veces ojeaba algunas páginas de los mismos libros de español del liceo e iba a la pequeña biblioteca y con las yemas de los dedos tocaba las manchadas enciclopedias que se mantenían firme en los estantes, olvidadas por todos.
En algunas de esas visitas a la biblioteca la curiosidad me arrastraba a abrir algún libro que sobresalía del montón, cambiaba de páginas ignorando la información y me entretenía con cualquier tontería. Esa era la única experiencia que tenía cercana a la lectura.
Recuerdo que al día siguiente del profesor haber asignado la tarea me le acerqué y le comuniqué que no sabía cual libro estudiaría. Me preguntó que si había leído Crónica de una muerte anunciada, le dije que no. Entonces se paró de su asiento y le preguntó a todos que si algunos había elegido como obra de estudio, la obra ya mencionada; la repuesta fue un prematuro silencio, luego me miró y agregó con voz suave: «Pues si nadie la ha elegido, ésta es la tuya» Y me puso en las manos un ejemplar maltratado de Crónica de una Muerte Anunciada.
Así empezaría mi pasión por la lectura y por las obras de García Márquez. Todos los que conocemos la narrativa de este autor sabemos que lo que atrapa a uno es su forma de escribir. Un estilo único y raro, si se puede decir, que mantiene al lector leyendo y descubriendo que traerá la siguiente página. Y no es solamente en sus novelas, como suele pasar con muchos novelistas que tienen un estilo de escritura para cada género que desarrollan, la diferencia de este autor radica en que tanto en su novelística como en su cuentistica nos encontramos con el mismo estilo de narración. Un estilo que se mezcla entre lo serio y lo gracioso.
Márquez describe las cosas de una forma que a la vez nos parece extraño y a la vez hermoso y único. Es ahí donde está la magia de sus creaciones. Leer, por ejemplo: El Coronel no tiene quien le Escriba (1961), introduce al lector a una historia desesperanzadora pero que a medidas que se va leyendo se puede llegar a pensar que el Coronel por fin llegará a recibir lo que tanto espera. O que en una de las tantas salidas en busca del peso para el sustento del hogar podrá conseguir algo, pero la honradez y la vergüenza no hacen posible lo deseado y vemos un anciano vencido regresar a su casa con las manos vacías en cada una de sus salidas y a una mujer que le reprocha su forma de ser y su fracaso diario.
García Márquez es un escritor que desde sus inicios fue armando un mundo ficticio en sus obras primarias que al final, dichas obras, estarán conectadas para dar a luz a su obra maestra, Cien años de Soledad (1967), convirtiéndose ésta en el núcleo de sus múltiples creaciones iniciales, tales como: La Hojarasca (1955), El Coronel no tiene quien le Escriba (1961), La Mala Hora (1962), Los Funerales de la Mamá Grande (1962). Diferentes historias pero que están conectadas a Macondo el pueblo ficticio bananero donde Gabo le dio protagonismo a la familia Buendía. Convirtiendo a Cien años de Soledad la obra cumbre del realismo mágico.
Aunque nos encontramos con éstos libros primarios ya mencionados, de García Márquez, que están conectados a Cien años de Soledad por el lugar y los personajes, también nos hallamos con historias que se alejan de la narrativa de Gabiana: Del Amor y otros Demonios (1994), es un buen ejemplo de lo que digo, pero también lo es Memoria de mis putas Tristes (2004). En Del amor y otros Demonios, descubrimos que desde la primera página, entramos en un ambiente narrativo que en nada se nos parece al que estamos acostumbrado con dicho autor.
Esta novela nos traslada a Cartagena de Indias (Colombia), en el siglo XVIII y caemos de golpe en una historia que nos mantendrá aletargado tratando de descubrir cuál será el final de (Sierva María de todos los Ángeles), la protagonista; una joven no deseada por su madre y por la mayoría de los que la rodean, y que tiene la mala suerte de ser mordida por un perro con el mal de la rabia, cuando era niña.
El único amor que descubre en sus años mozos procede de su padre, un hombre de poco hablar y que no hace alarde del cargo que ocupa en el reino; este último será llevado a la depresión y casi a la locura después de verse obligado a entregar su hija a la iglesia Católica para que las monjas arranquen de raíz un supuesto demonio que hace que la niña se comporte como lo hace. En su proceso de curación conocerá el amor carnal de manos de (Cayetano Alcino del Espíritu Santo Delaura y Escudero). Vicario de la iglesia, a quien se le da la tarea de expulsar el ser maligno que la posee.
En las múltiples evaluaciones a la joven, el vicario, se dará cuenta que no es controlada por ningún demonio. Llega a la conclusión de que todo es producto de la crianza de la muchacha por manos de esclavos negros, al servicio de sus padres, los cuales le inculcaron sus costumbres africanas y sus dialectos. Finalmente la joven no encontrará la muerte en la mordida del perro como lo predijo el médico de la familia, sino en el amor no correspondido. La iglesia nunca aceptará las teorías de (Cayetano Alcino del Espíritu Santo Delaura y Escudero “Vicario”). Sino que harán todo lo posible para alejarlo de la joven porque temen que el demonio que la controla lo esté arrastrando a su perdición. Y efectivamente es así: el vicario termina olvidándose de sus votos Santos y se deja envolver cuyo Adán por la tentación, de la virgen muchacha.
Gabo en esta novela se aleja completamente de su lineamiento histórico y narrativo que estamos acostumbrados en sus principales novelas y sus cuentos; deja a un lado a su pueblo ficticio (Macondo), y crea en esta novela una historia apasionante que en ningún momento deja de ser interesante e impactante.
El gran premio Nobel de Literatura de 1982 dejó una rica creación literaria, que como dije al principio ha servido de mucha importancia para muchas generaciones de lectores y escritores. Obras como El amor en los Tiempos del Cólera (1985) forman y formarán de lectura obligatoria para muchas personas.