Por: Fernando Hiciano
El Sr Dester R. Yeger es el autor del interesante libro de motivación personal: ‘’No permitas que nadie te robes tu sueño,’’ Si nuestra familia se queda de brazos cruzados con los entuertos de la educación dominicana poca cosa se puede hacer, pero ojo ya la sociedad no es análoga. Recientemente fui invitado por la ADP, seccional Villa Tapia para darme a conocer su plan de lucha en demanda de los aumentos de salarios de los maestros. Un pedido justo por el gremio, y de verdad que se lo merecen, pero al mismo tiempo, peca con su intención, porque produce la misma estocada del centurión al inocente clavado en la cruz. Por ejemplo, el gremio autoriza a los directores, y a su vez, los maestros para retirar los estudiantes después del almuerzo, también prohíbe tajantemente las visitas de los técnicos en las aulas, entre otra falta de compromiso, hiriendo sensiblemente el proceso de enseñanza-aprendizaje de nuestros hijos. Y prevemos que estas reivindicaciones concluirán con realizaciones de paros escalonados de docencias en todo el país y posiblemente el colapso del año escolar. Pero ¿en contra de quién son esas medidas nocivas que impone la ADP, buscando mejores condiciones de vida de los maestros? ¿Contra el gobierno, henchido de tantas adversidades foráneas con su afán de captar recursos para el Estado? o ¿Contra el ministro de educación, Roberto Fulcar que ha dado muestra de capacidad, pero el salario de los maestros parece que esto no está en su agenda? o ¿Contra los estudiantes, que no tienen las posibilidades de estudiar en un colegio privado, que inminentemente al final de cuentas estas incongruencias lo va a dejar mal parado en este año escolar?
En este mismo año, la ADP había hecho un paro técnico de varios días, arguyendo el alto contagio del Covid-19 en todo el país. No queremos que el final del año escolar los estudiantes se estén arrastrando en el llenado de un examen por falta de conocimiento de los contenidos que no pudieron ser impartido en el calendario escolar. Como la ADP no puede pagar los salarios a los maestros, ni puede regalarles fines de semanas en lujosos hoteles, pues les ofrece ocio y mucho descanso (aunque muchos maestros lo aprovechan para ponerse al día con sus deberes escolares) que al final de cuentas cae como un vaso de agua fresca en un día muy caluroso.
Si nos detenemos en esas privaciones impositivas concluimos que aquí hay un problema de fondo, serio, pero muy grave. En el entendido que humildemente pensaba era el Estado dominicano, a través del ministerio de educación quien es el empleador de los docentes, y no la ADP.
De ningún modo guardamos animadversión con los maestros, porque consideramos al educador abejas obreras y desarrollan su trabajo muy útil, con amor, entusiasmo y mucha profesionalidad, sin embargo, el peso del ministerio es una mácula de tinta en un papel húmedo a la hora de este asumir un régimen de consecuencia contra estas aberraciones del gremio, pero entre uno y otro los bomberos no se pisan la manguera para cuando llegue el turno de no estar en el poder. Si el gobierno y el ministro se comprometieron en un convenio es justo que honren su palabra con la ADP. El 25 % del aumento salarial es pírrico en comparación con las alzas de la canasta familiar, pero al mismo tiempo es la hora de todos sacrificarnos, menos los estudiantes. Todo lo que económicamente pasa en las familias dominicanas es el espejo de lo que sucede en el Estado. L’Etat c’est moi,’’ como dijera el Rey Sol.
Bastantes situaciones adversas vienen arrastrando nuestros estudiantes, provocado por el Covid-19. Si azotamos el conocimiento de los educandos, sin duda cargaran por toda su vida una anemia intelectual. No podrán ser entes competitivos con otros estudiantes de la región. Los actuales estudiantes del bachillerato serán quienes en siete años después tomarán el bisturí para hacer una operación quirúrgica, quienes construirán las casas, quienes impartirán docencias a nuestros nietos, y quienes por obligación tendrán que estar preparado para la era de la robótica que ya está al abrir la puerta. Si es mucho pedir, pensemos en la gallina que pone los huevos de oro. No nos enfoquemos en el huevo. La verdadera riqueza de un país está en el saber, y la escuela es la responsable.