Prudencia Lluberes Álvarez está considerada como la segunda novia formal de Juan Pablo Duarte, a ella, como a María Antonia Bobadilla (su primera novia), le entregó sortija de compromiso; la relación entre Duarte y Prudencia comenzó presumiblemente en 1840, y terminó, aparentemente, con el exilio de Duarte en 1844.
El apodo con que cariñosamente Duarte se refería a ella, era “Nona”, apodo que se le terminaría quedando toda la vida: “Nona”, “La Nona”, “La Nona Lluberes” etc., esta palabra tiene su origen en la voz catalana: “Noia”, que significa «nena, pequeña, pequeñita, muchacha, muchachita, etc.».
Instalado en San Fernando de Apure (Venezuela) y con 47 años de edad, Duarte se enamoraría nuevamente, pero sin ser correspondido, a este amor le dedicaría él el único poema amoroso del que se tiene registro: «si amorosos me vieran tus ojos, acabarían mis penas en bien». Prudencia, sin embargo, nunca tuvo otros amores, y parece que siempre mantuvo la esperanza de unirse matrimonialmente a Duarte, a quien esperó toda su vida.
Prudencia Lluberes murió en 1893, en la residencia de su cuñado Alexis Licairac, ubicada en la calle El Conde esquina Isabel la Católica, donde hoy en día se encuentra Pizzareli. En la tradición de la familia Lluberes es fama que Duarte le habría escrito a Prudencia proponiéndole matrimonio mediante poder notarial, pero ella declinó tal proposición porque no quería abandonar a su madre. No se conservan copias de esa comunicación, pero esta versión le fue referida al historiador Juan Daniel Balcácer por el señor Alexis Rodríguez Licairac, nacido en 1906, hijo de Rafael María Rodríguez y Hortensia Licairac Lluberes, ésta última sobrina de Prudencia.
Una tradición reza que cuando el pintor Alejandro Bonilla creó su famoso óleo de Duarte (Bonilla fue amigo de infancia de Duarte, y está considerado como el padre de la pintura dominicana; en 1883 hizo una pintura al óleo de Juan Pablo Duarte, recurriendo únicamente a sus recuerdos), no estaba seguro de si realmente se parecía a él, de modo que, se acercó a Prudencia Lluberes que iba caminando por la calle El Conde y le mostró el cuadro, así describió Bonilla lo ocurrido: «La anciana señorita, vivamente emocionada, evocando los días lejanos del novio de su juventud, exclamó: ¡Ese es Juan Pablo! ¡Está hablando!».
Cuando se le preguntaba a Prudencia, ya ancianita, que porqué nunca se casó con otro hombre, ella respondía: «Nunca más me uní a otro hombre porque en mi recuerdo en el tiempo que pudimos compartir fue un amor intenso, verdadero, de esos que sólo termina cuando termina la vida ya sé que cuando finalice mi existencia, él vendrá por mí y ya nadie ni siquiera los traidores nos podrán separar». Cuando se trajeron los restos de Juan Pablo Duarte, el 27 de febrero de 1884, Prudencia lo vio pasar desde el balcón del segundo piso de la casa donde vivía junto a los Licairac-Lluberes (en la casa antes mencionada). Se dice que mientras veía pasar los restos de Duarte, acarició su anillo de compromiso y expresó: «Hasta aquí te sigo, Juan Pablo».
Libros consultados
1) Angela Peña: «Así era Duarte», editora Lozano, Santo Domingo, 1996, pág. 56.
2) José Manuel Rodríguez Grullón: «Duarte 25», Grafica Willian, Santo Domingo, 2020, pág. 38-39.
3) Juan Daniel Balcácer, «Vicisitudes de Juan Pablo Duarte», Banreservas, 2013, pág. 101.