Por: Ramón Emilio Peralta
He leído muchos cuentos de autores conocidos y de otros no tan conocidos, veteranos y contemporáneos. Siempre que leo un cuento en el cual me piden una opinión, una de las cosas que más observo con detenimiento es la forma en la que la trama se desarrolla y el final. Claro, aparte de muchos elementos más como la gramática, la ortografía, alguna incoherencia de fondo, etcétera. Pero aquí me voy a centrar en otros aspectos que considero que son muy importantes para que un cuento no pierda la magia. Muchas veces un autor novato empieza un cuento de manera muy llamativa, pero en su desarrollo planta incoherencias y al final mata la pasión. Esto es algo que un autor no debe permitirse. Los errores son de humanos, pero se puede mejorar mediante la experiencia del error.
Existen 3 errores que desde mi punto de vista arruinan un cuento:
1-Las incoherencias.
En un cuento no se deben dejar vacíos ni incoherencias. No puedo iniciar un cuento diciendo que el personaje principal es ciego, para luego decir, en otra parte de la historia, que el mismo personaje acaba de mirar el atardecer. En las narraciones pueden generarse huecos y si el autor no los nota, el lector va a tener la sensación de que algo no cuadra. Así que debes tener mucho cuidado con las movidas que haces dentro de la narración.
2-El hilo de la historia.
Esto es fundamental para un buen cuento. Un cuento o relato no puede perder el hilo de la historia, ni mucho menos distraer al lector con descripciones innecesarias. El autor debe centrarse en lo que realmente importa, en lo que va. No hay tiempo para la distracción, sino para la historia como tal. El argumento no debe verse cargado de cosas innecesarias o perderá interés. Todo cuento debe ir encaminado hacia un punto desde la primera oración hasta que termina. Bien lo dijo Horacio Quiroga en su ensayo “Decálogo del perfecto cuentista”:
“Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea”.
Como ven, no hay que distraerse. El cuento es un pequeño terreno para laborar, pero con una inmensidad de imaginación. A diferencia de la novela que nos brinda hectáreas de terrenos, en donde podemos idealizar una trama y que esta contenga descripciones a más detalle.
“La novela es extensa, el cuento es intenso”, Juan Bosch.
3-El final. Este es un punto muy importante. Un cuento con un final flojo es como un arroz sin sal. El final debe contar con el factor sorpresa. Si el lector termina de leer nuestra narración, teniendo indicios claros de que así iba a terminar, entonces pierde la emoción al instante y el interés se convierte en un girasol marchito. Debe haber un giro inesperado para que cuando el cuento termine el lector quede sorprendido, llevándolo al análisis literario. Muchas veces esto se logra encaminando al lector a algo, para sorprenderlo con otra cosa, una sorpresa. Claro, una sorpresa coherente, no un hecho ilógico y lejos de la sustancia principal de nuestra narración.
A modo de bonus:
*Dedica tiempo a la corrección de tus obras, pues es uno de los puntos más difíciles y requiere bastante tiempo para dejar bien pulido un cuento, un poema, una novela, etcétera.
*No llenes tu obra de adverbios terminados en mente. No son malos, pero el uso excesivo en un texto le quita belleza.
*Evita las repeticiones de palabras en exceso.
*Cuida la gramática, semántica y ortografía.
Para finalizar.
El cuento es un género literario que hay que ir estudiando cada día, porque no todo escritor tiene madera para ser cuentista y, sobre todo, un buen cuentista. Debes estudiar las técnicas de los mejores para pulir el cuentista que llevas dentro.