Filosofia

La historia: realidad humana

Por: Cesár Canela


Un acercamiento desde la Razón Histórica

«[…] Lo que yo quiero son realidades. 
No les enseñéis a estos muchachos 
y muchachas otra cosa que realidades. 
En la vida solo son necesarias 
las realidades»[1] Charles Dickens


Motivado por Edwin J. Peña, estudiante de Historia de la Universidad de Santo Domingo (UASD), decidí escribir este artículo para defender la idea de que la realidad del hombre es la historia. Mientras recolectaba fuentes, me recordé que, hace cinco años, publiqué un intento de reflexión titulado «El hombre y la mujer son historia»[2] y salí a buscar dicho artículo a mi blog y lo releí. Al terminar de leerlo, me di cuenta de que es un artículo incompleto y considero que este es el momento de profundizarlo. 

Sostener que «el hombre y la mujer son historia», es lo mismo que asumir que «la historia es la realidad humana, la única realidad verdaderamente humana». Estas afirmaciones abren un camino de reflexión que nos conduce a las preguntas: ¿qué es la historia? ¿qué es la realidad? ¿en qué sentido la historia es la realidad de la humanidad?

La primera pregunta queda claramente agotada con la afirmación de que la historia es el pasado del hombre, un pasado que tiene una connotación individualísima pero que, necesariamente, está adscrita a una realidad social: una coexistencia. Sin embargo, la segunda pregunta podría tener múltiples respuestas, dependiendo la perspectiva desde donde aborde, porque el concepto “realidad” ha sido definido, estudiado y presentado por casi todas las distintas escuelas y/o corrientes filosóficas a lo largo de la historia, desde el pensamiento grecorromano, atravesando la Edad Media y llegando hasta la Modernidad Clásica y la Modernidad Tardía –en la que vivimos–[3]. Luego de responder la segunda pregunta quedará el camino abierto para fundamentar la idea la historia es la única realidad verdaderamente humana.

Los griegos, para referirse a la realidad, utilizaban el concepto alētheia –αλήθεια–, término con el cual los griegos identificaban la verdad, en otras palabras, la realidad es lo verdadero[4]. Alētheia es un des-velamiento o un des-cubrimiento, un quitar el velo, un quitar la tapa y mostrar lo que estaba oculto, un encuentro con los hechos. La alētheia no es resultado de la doxa –opinión, creencia– sino del episteme –hechos, ideas, rigurosidad–. Curiosamente, también los romanos para referirse realidad utilizaban el concepto veritas que significa verdadporque la res –cosa– es lo verdadero, con lo que el ser humano se encuentra y que está en un ambiente de relación. La realidad es la “cosa” que está ahí, que es una entidad, que es una verdad que le hace ser lo que es.

Sin duda, los griegos y los romanos han dejado un importante precedente para analizar la realidad, en el sentido de que ésta no es un invento, sino que esta es la verdad. Dos herencias importantes de los griegos y los romanos son el platonismo y el aristotelismo.

El platonismo –y el neoplatonismo– nos muestra un dualismo, es decir, existen dos mundos: mundo sensible y mundo inteligible. En esa presentación afirman que la realidad está fuera del mundo sensible y que el hombre solo puede acceder a ella a través de la razón, todo lo que vemos son simples sombras de la realidad, por lo que debemos liberarnos de la caverna[5] para acceder al mundo inteligible donde habita la realidad en forma de ideas.

Mientras que el aristotelismo, por su parte,  nos cuenta que la realidad es está en el mundo y está compuesta de materia y forma, para acceder al conocimiento de esta se necesita el ejercicio de los sentidos y de la razón[6]. Tanto el platonismo como el aristotelismo nos muestran una realidad abstracta, es decir, que lo verdadero trasciende al hombre y este necesita hacer un gran esfuerzo para descubrirlo, ya sea liberarse de las cadenas de la oscuridad o hacer filosofía primera para descubrirla en la realidad. 

Estas ideas mencionadas fueron adoptadas por el pensamiento medieval originando un amplio debate sobre lo real, desarrollado en la filosofía y la teología cristianas. Este debate de lo real –la realidad–, de alguna manera, es la causa de lo que viene después porque la Modernidad surge como reacción a las ideas de la Edad Media. Descartes nos habla que la realidad está compuesta por la res extensa y la res cogitans[7]que son el resultado del «yo puro» –cogito ergo sum– que defiende este pensador dando inicio al idealismo subjetivismo. El racionalismo no es más que un idealismo subjetivista. 

Posterior a Descartes nos encontramos con los empiristas idealistas: George Berkeley[8], David Hume[9], Ernest Mach[10], Richard Avenarius[11], Alexandr Alexándrovich Bogdanov[12]Igualmente después del padre de la filosofía moderna aparece El idealismo Alemán, donde sus máximos exponentes son: Kant, Fichte, Schelling y Hegel. En estos últimos llega a su máxima expresión el pensamiento idealista, hasta el punto de que dos de sus exponentes –Kant y Hegel– fueron tan profundos en sus planteamientos que influyeron a muchos pensadores de su época y posteriores a ellos. Al final, los idealistas defienden la misma idea: el yo pensante es el que determina la realidad. 

Posterior al idealismo, se rescata la corriente materialista –proveniente de los griegos– de forma actualizada y representada fundamentalmente en el pensamiento de Karl Marx y Friedrich Engels, quienes defienden el materialismo dialéctico[13] y el materialismo histórico[14]Las ideas de Marx y Engels al ridiculizan las  abstracciones del idealismo,  abstracto, sin embargo, esta es una reducción más de la realidad. El aspecto importante que hay que resaltar de estos materialismos es que ambos intentan comprender, explicar y “transformar” la realidad desde el análisis de los aspectos de la historia. Ciertamente, que no comparto sus planteamientos, aunque considero –como mucha gente– son una técnica de análisis sociológico que brinda una perspectiva para entender algunos aspectos de la realidad. 

El mismo Ortega afirmó: «La gran porción de verdad que hay en el materialismo histórico ha arrancado muchas máscaras, ha desnudado muchas caras de «idealistas». Pero él mismo, confiéselo o no, aspira a ser la verdad pura. Por una necesidad inexorable, la raíz del ser humano aspira a no ser partidista y cuando se queda solo consigo le angustia su partidismo».[15] Los materialismos de Marx –y Engels– no son más que un partidismo, es decir, reduccionismo de la realidad, un intento de acercamiento a la historia, pero ignorando la vida humana, reduciendo a la persona a la sociedad. En estarealidad que ellos plantean la persona queda anulada porque su ser es dado por la sociedad, su realidad es la sociedad, es decir, es un determinismo más, que pretende ser razón pura en su esencia.[16]

Posteriormente, el nihilismo, el escepticismo y el relativismo son simplemente una negación de la realidad, estos un exceso de la vitalidad, además de que los tres son antihistóricos, es decir, son una ilusión de la realidad humana. Dejan de existir los no asumen la existencia de los hechos, sino que realidad es apariencia y en definitiva, como diría Nietzsche: las verdades no existen, sólo existen interpretaciones. Este pensamiento de Nietzsche[17], es una ruptura con la realidad como hecho verdadero es preocupante porque es neurosis intelectual, que pretende romper con las creencias[18] vitalesdel hombre para someterlo a un mar de dudas[19]en otras palabras, este pensamiento conduce al ser humano a la irracionalidad, a la negación de su memoria, de su pasado, de su realidad. 

Estos abordajes de la realidad son perspectivas interesantes, pero ellas están incompletas porque pretenden reducir a la realidad simplemente a lo verdadero como si la realidad fuera independiente al ser, también intentan reducir por otro lado la realidad al yo pensante, como si todo lo que existe depende exclusivamente del sujeto que piensa, o si no, reducir la realidad a la materia o a los hechos sociales, amañando la realidad unos criterios que miran al ser humano como ser integral.   

A diferencia de lo antes mencionado, el filósofo que presenta mejor el concepto “realidad” es Ortega y Gasset, porque rescata esta condición de verdad que es propio de la realidad, evidentemente rompiendo con todo irracionalismo o relativismo. No es una realidad vacía, sino que supera, entre otras, la razón pura, la razón fisicomatemática y no se deja atrapar por el biologicismo ni mucho menos por el psicologismo. Además de lo mencionado, el concepto realidad de Ortega y Gasset, pudiera abordarse como la síntesis entre razón –episteme– y vida –doxa­–, es decir, razón vital o raciovitalismo[20]. Esta presentación de la realidad por el pensamiento orteguiano rompe igualmente con las corrientes vitalistas, dejándolo evidenciado ya en 1924, en su texto «Ni vitalismo ni racionalismo»[21]. Es importante matizar que en el ejercicio vital las creencias tienen un valor fundamental y no deben ser descartadas porque el ser humano vive en ellas. Esto significa que es un ejercicio que el hombre hace desde su vida, desde su realidad más concreta y personal.

Según Ortega y Gasset, el concepto «realidad» equivale al final al concepto «ser», aunque hay que hacer las matizaciones pertinentes para no confundir dichos conceptos con las definiciones clásicamente dadas por este concepto en la metafísica –μετὰ φύσι–. La realidad para este pensador consiste en «vivir», un concepto que trasciende a la realidad como «cosa» –res, rei – de los antiguos y también supera la realidad como «intimidad, subjetividad», en esta nueva realidad, están incluidas las afirmaciones de los antiguos y los modernos. Esto significa que la realidad es intimidad consigo y con las cosas. Las cosas no tienen una entidad propia pero tampoco dependen exclusivamente del entendimiento humano, es decir, la realidad es la coexistencia, no significando que es que una cosa está sólo junto a la otra, sino que es un «yo» ante el «mundo» donde hay una influencia mutua y complementaria sin que ninguna de las dos cosas pueda existir por sí sola, es decir, que «vivir» –la realidad– no es sólo el «yo» sino que también es «mundo» entre el yo que piensa porque vive y las cosas que son pensadas porque están ahí. La realidad es «vivir», o sea, un-encuentro-con-el-mundo[22]

En este sentido, el encuentro con el mundo implica un encuentro con los aspectos que le son propios –yo y circunstancias–. Ese encuentro-con-el-mundo se hace a través de la historia que es lo mismo que decir a través de la memoria. El ser humano se descubre y se desarrolla fundamentalmente desde su historia, es decir, lo que el hombre proyecta, lo que el hombre quiere ser, lo que ha sido es el resultado de la memoria. No se puede entender el ser del hombre sin la historia. Desde los aspectos científicos más técnicos hasta los aspectos culturales más antiguos; todo lo que el hombre ha hecho, todo lo que el hombre puede hacer es el resultado de la recopilación y memorización de su historia. No hay hombre sin pasado. 

Como es ampliamente conocido, cuando no existía la escritura, ese aspecto histórico era transmitido de generación en generación, especialmente a través de historias fantásticas o mitológicas que resumían o explicaban los orígenes del clan. Igualmente, la transmisión de prácticas culturales, la transmisión del arte, necesita memorizarse y presentarse de un modo sintético para que pueda ser transmitido a la siguiente generación. Esa acción memorística tiene un aspecto técnico en el sentido de que no todo es historia, sino que se recicla lo más importante y se pasa a la siguiente generación. Es un ejercicio vital porque la memoria es el relato de lo vivido –entiéndase vivido como todo aquello que se experimenta–. El mismo Dilthey[23], filósofo historicista, afirmó que “lo que el hombre es lo experimenta a través de la historia”[24], mientras que Nietzsche sostiene que el hombre es el animal de memoria más larga[25]*.

La larga memoria del ser humano permite que la vida humana sea una constante renovación e enriquecimiento a lo largo del tiempo, tanto a largo como a corto plazo. Tiene la capacidad de reciclar los aspectos importantes de su memoria y sobre ella construir lo que es, es decir, el hombre es su historia y sólo su historia puede proyectarle hacia el futuro. Cosa contraria ocurre con las plantas y con los animales, estos sólo son lo que son por fuerza o por necesidad natural; en ellos no existe, obviamente, ni la voluntad ni la capacidad de construirse ni hacerse una historia. Aunque lo anterior ser obvio, algunos no suelen asimilarlo y reducen a la condición humana como si fuera únicamente polvo de estrellas, biología pura y dura o, simplemente, uno más del reino animal. La vida del hombre es temporal y va cambiando, por eso, «el hombre no tiene naturaleza sino que tiene historia»[26], decir que tiene es lo mismo que decir que se es porque el hombre solo tiene lo que es.

No hacen falta personas que hoy afirmen que el ser humano es un animal más y que todas sus operaciones dependen exclusivamente de reacciones químicas o dispositivos materiales que determinan todo en su realidad. Este es un gran problema porque reducen a la realidad humana a operaciones mecánicas. Aunque el ser humano comparte ciertas características con los animales, se diferencia de ellos por su capacidad de hacerse en dirección al futuro con la memoria del pasado.

«[…] Las pobres bestias se encuentran cada mañana con que han olvidado casi todo lo que han vivido el día anterior, y su intelecto tiene que trabajar sobre un mínimo material de experiencias. Parejamente el tigre de hoy es idéntico al de hace seis mil años, porque cada tigre tiene que empezar de nuevo a ser tigre, como si no hubiese habido antes ninguno. El hombre, en cambio, merced a su poder de recordar, acumula su propio pasado, lo posee y lo aprovecha. […]»[27]

Esta condición memorística del ser humano no sólo se practica de forma personal, sino que es un ejercicio que se hace en convivencia con los otros. Aunque cada ser humano tiene una realidad radical que es su vida, esto no significa que su existencia sea solitaria, sino que toda su historia está hecha por él y por otras personas con las que comparte o crea ciertos vínculos culturales.[28] Esta pasado que se comparte en comunidad va permite el desarrollo de las instituciones, desde el hombre arcaico hasta el hombre moderno. 

Asumir que los procesos históricos pasados son la causa del presente nos ayuda a entender que cada época es la antesala de otra posterior. Conocer el valor de la historia es conocer la realidad humana. La historia va más allá de su instrumentalización porque ella es la vida misma que se manifiesta y va permitiendo el desarrollo de las sociedades.[29]Aunque aquí yo hablo en sentido genérico, es obvio, que cada pueblo o civilización tiene sus propios procesos históricos, unos llegan primero que otros a ciertas alturas de los tiempos, es decir, a cierta plenitud[30]* en la técnica, las artes, las ciencias y la filosofía. 

La consciencia histórica es fundamental para que el hombre se desarrolle y se entienda parte integral la sociedad. Hoy, más que nunca, debería buscarse esa consciencia histórica para entendernos a nosotros mismos y para combatir los males actuales. El hombre es lo que ha sido, es historia.

Es importante saber que esa historia es el resultado del trabajo de las personas que rompen con el estado natural y que, por consiguiente, salen de la condición bestial, es decir, fabrican unas condiciones que le ayudan a vivir. Este desarrollo histórico es un continuo hacerse porque el hombre se encuentra incompleto frente a su naturaleza animal y necesita trabajar sus condiciones vitales[31].

«Esa extraña realidad –la vida humana– no es una cosa física ni una cosa psíquica. En absoluto no es una cosa ni un modo, acto o estado de una cosa. Es un puro acontecimiento de carácter dramático. Es lo que me pasa a mí y lo que te pasa a ti, donde yo o tú no somos sino eso que nos pasa. […]».[32]

No se debe perder de vista que este continuo hacerse del hombre consiste en integrar el pasado con el presente para mirar al futuro. El pasado está ahí para que hagamos el ejercicio vital-intelectual y político de integración porque sólo así podemos sabernos a nosotros mismos y organizar nuestro proyecto vital. Si hay algo natural que tiene el hombre es su pasado, lo que ha acontecido y le ha dejado una marca con la que tiene que imborrable[33]. Este pasado es para reflexionarlo, profundizarlo, reciclarlo y sacar de él aquellas cosas que sean dañinas sin intentar una reestructuración irracional-manipulada de la historia contada. De hecho, es imposible reescribir la historia, aunque los pseudointelectuales crean que sí. Todas las cosas ocurren porque las causas fueron las que fueron, pudieron ser otras en el sentido de posibilidad, pero no podemos estar seguros de eso. Así que la historia es lo que es[34].

Este intento de ignorar la historia como elemento rector de la realidad vital es un intento de romper con el derecho a la continuidad, un esfuerzo de volver a la condición de las bestias: «Romper la continuidad con el pasado, querer comenzar de nuevo, es aspirar a descender y plagiar al orangután»[35]

La ignorancia de la historia –de la realidad– es una demostración de que no se entiende la vida, de que no se tiene consciencia del proyecto vital al que se debe aspirar. Ortega y Gasset les llama hombres-masa a estos hombres que viven a la deriva y que ignoran deliberadamente su pasado histórico, pretendiendo iniciar cada día desde cero con el trastorno obsesivo compulsivo de rechazar lo viejo y aceptar sólo lo nuevo. No son capaces de darse cuenta que lo que tenemos hoy fue producido por el ayer. 

Lo curioso de todo es que estos hombres-masa no están definidos por clases sociales o por grupos profesionales: los hay científicos, profesores, abogados, investigadores, políticos… Por esa razón, se hace imperante que reflexionemos para evitar caer en ese grupo de hombres neuróticos. No hay nada más desquiciado que atravesar la vida sin ser conscientes de la realidad, sin poner atención al vivir, a la memoria, a la historia[36]. Ortega y Gasset afirmó en su época que «Las gentes más «cultas» de hoy padecen una ignorancia histórica increíble»[37] y, parece ser, que el panorama no ha cambiado sino que se ha agravado en este siglo, cien años después.

Estos pseudohombres pretenden luchar con el pasado con los criterios de hoy, pretenden juzgar todo con nuestras ideas, es decir, lidiar con su vida sin el más mínimo esfuerzo de profundidad intelectual. Analizan su vida personal y la vida pública desoyendo la historia, de espaldas a la realidad vital. De esa forma no se supera al pasado ni se construye el futuro. «Sería todo muy fácil si con un no mondo y lirondo aniquilásemos el pasado. […]  Si se le echa, vuelve, vuelve irremediablemente. Por eso su única auténtica superación es no echarlo. Contar con él. […]»[38]. Esta superación de la historia es una técnica que ayuda a entender los hechos, no para dar soluciones positivas o poner paños tibios sino para entenderlos desde su contexto histórico. Al final, este proceso es para evitar cometer los errores de otras épocas. La realidad humana es una constante acumulación del pasado, lo que hace falta es que nos hagamos conscientes de ello[39].

Superar el pasado consiste en sabernos que somos el hombre paleolítico, el presocrático, el poeta –Hesíodo–, el gobernante –Ciro el Grande–, el demócrata –Pericles–, el estadista –Julio César–, la filósofa –Hipatia de Alejandría–, el invasor –Genghis Khan–, la faraona –Cleopatra–, en fin, nuestra historia es la síntesis todo lo que ha pasado[40]. Una síntesis desde la cual opera nuestra toda vida personal y social. Somos el resultado de lo que “otros” –nuestros antepasados– han sido, esto no podemos negarlo porque los hechos están ahí, sin embargo, si, aun así, decidimos negarlo, caemos en un ejercicio neurótico que nos impide relacionarnos con nosotros y con los demás. Es querer iniciar desde cero, la persecución del cambio por el cambio, caminado a la deriva con el hiperconsumismo en una vida que no tiene criterios sólidos y mucho menos, consciencia histórica, como más o menos lo afirma Zigmunt Bauman en La Vida Líquida.[41]

Esta falta de consciencia histórica se ve evidenciada en el enfermizo ímpetu revolucionario[42] que evoca, contra todo pronóstico, el cambio agresivo de los sistemas sin entender el proceso natural y lógico de la vida. El hombre-neurótico es el hombre que no sabe relacionarse con su pasado, que vive luchando con él sin reflexionar, repitiendo los mensajitos pseudohistóricos de sus “líderes”, es un hombre vacío de criterio y su camino vital carece de solidez. Para él todo vale porque nada vale. El hombre-neurótico es un tipo que se esfuerza cada día por romper con la civilización alcanzada, cambiando todos los valores tradicionales y creyéndose con la autoridad de cuestionar gratuitamente los criterios estéticos, políticos, religiosos y culturales que se han alcanzado en esta época. 

Los hechos están ahí y cuando el poder hegemónico pasa, los historiadores siguen haciendo lo que saben hacer: contarnos el pasado. Pelearse con el pasado para intentar borrarlo es una actitud contraria a la humanidad. Una actitud neurótica individual y colectiva si es apoyada por masas que no tienen consciencia de la importancia de los tiempos y creen que el futuro se construye reescribiendo la historia con discursillos ensayados en los mítines políticos y en las escuelitas del partido. 

En definitiva, la realidad del hombre –lo verdadero– es su vida y todo lo que el hombre vive es adquirido a través de la historia, una historia que constituye todo lo que el hombre es y todo lo que puede ser. El ser conscientes de que la historia es la única realidad verdaderamente humana, obliga al hombre a conservar su pasado, analizar su presente, diseñar su futuro y combatir, a capa y espada, el pensamiento de los pseudohombres que ignoran deliberadamente el valor de la historia y viven en el ideal romántico de que sólo lo nuevo vale y que la revolución es el único camino seguro.  

¡Qué la filosofía les acompañe! 

Fraternalmente, 

César Canela


[1] Dickens, C. (2021). Tiempos difíciles. Lindhardt og Ringhof. Pág. 1.  Recuperado el 21/06/2022  de https://ctinobar.webs.ull.es/1docencia/DESIGUALDAD%20SOCIAL/TIEMPOS.pdf

[2] Canela, C. (Agosto 11, 2017). El hombre y la mujer son historia. Recuperado el 05/06/2022 de https://livefilosofico.blogspot.com/2017/08/el-hombre-y-la-mujer-son-historia.html

[3] En la medida que el lector tenga tiempo puede revisar el concepto de realidad en las siguientes corrientes filosóficas: realismo, realismo platónico, realismo aristotélico, objetivismo, subjetivismo, relativismo, escepticismo, vitalismo, racionalismo, empirismo, existencialismo… Por lo otro lado, si el lector tiene tiempo debería revisar las Escuelas Filosóficas de la Historia y mirar su relación con el concepto realidad, no hay que profundizar demasiado para tener la idea central. Por razones de espacio y tiempo no puedo profundizar en ellas. Invito a que cada uno lea eso por su cuenta.

[4] En otro artículo nos detendremos a profundizar sobre esto.

[5] Recomiendo leer el Mito de la Caverna (Libro VII, República de Platón).

[6] Recomiendo leer un artículo que profundice el tema o en todo caso, leer Metafísica de Aristóteles.

[7] Leer Meditaciones Metafísicas de Descartes.

[8] Cfr. García Sierra, P. (Julio 5, 2021). George Berkeley. Diccionario Filosófico. Filosofía en Español. Recuperado 18/07/2022 de https://www.filosofia.org/enc/ros/berkeley.htm

[9] Cfr. _________________________ David Hume. Diccionario Filosófico. Filosofía en Español. Recuperado 18/07/2022 de https://www.filosofia.org/enc/ros/hume.htm

[10] Cfr. _________________________ Ernest Mach. Diccionario Filosófico. Filosofía en Español. Recuperado 18/07/2022 de https://www.filosofia.org/enc/ros/mach.htm

[11]Cfr.  _________________________ Richard Avenarius. Diccionario Filosófico. Filosofía en Español. Recuperado 18/07/2022 de https://www.filosofia.org/enc/ros/avenar.htm

[12] Cfr. _________________________ Alexandr Alexándrovich Bogdanov. Diccionario Filosófico. Filosofía en Español. Recuperado 18/07/2022 de https://www.filosofia.org/enc/ros/bogd.htm

[13] Cfr. _________________________ Materialismo Dialéctico. Diccionario Filosófico. Filosofía en Español. Recuperado 18/07/2022 de https://www.filosofia.org/enc/ros/mat03.htm

[14] Cfr. _________________________ Materialismo Histórico. Diccionario Filosófico. Filosofía en Español. Recuperado 18/07/2022 de https://www.filosofia.org/enc/ros/mat09.htm

[15] Ortega y Gasset, J. (1986). Ideas y creencias y otros ensayos de filosofía [No ser hombre de partido]. Revista de Occidente en Alianza Editorial. Madrid. Pág. 163

[16] Leer las críticas a la razón pura y los vitalismos: cfr. Canela, C. (Junio 1, 2022). La vida: realidad radical. Foro Escrito. Recuperado 18/07/2022 de  https://elforord.com/2022/06/01/la-vida-realidad-radical-una-mirada-desde-el-raciovitalismo/

[17] Cfr. García Sierra, P. (Julio 5, 2021). Fiedrich Nietzche. Diccionario Filosófico. Filosofía en Español. Recuperado 18/07/2022 de https://www.filosofia.org/enc/ros/nie.htm

[18] *Por favor no interpretar este término en el sentido religioso del término. Ver Ideas y creencias de J. Ortega y Gasset.

[19] Ver el apartado “Duda y creencia” del texto Ideas y creencias de J. Ortega y Gasset. 

[20] Es fundamental aquí, tener en cuenta las matizaciones mencionadas con anterioridad porque estos términos pueden tener diferentes acepciones. Lo que nos importa es la valoración estrictamente clásica de sus definiciones.

[21] Cfr. Ortega, J. (1924). Ni vitalismo ni racionalismo. Revista de Occidente, (16), 1-16. Madrid.

[22] Cfr. Ortega y Gasset, J. (2008). ¿Qué es filosofía? Editorial Espasa Calpe, S.A. Madrid. Págs. 197-236

[23] Cfr. Ortega y Gasset, J. (1983). Obras Completas. Tomo VI. Guillermo Dilthey y la idea de la vida. Alianza Editorial. Madrid. Págs. 165-214

[24] Cfr. Ferrater Mora, F. (1949) Dilthey y sus temas fundamentales. Revista Cubana de Filosofía. Vol 1 (5). Págs. 4-12. Recuperado el 22/06/2022 https://www.filosofia.org/hem/dep/rcf/n05p004.htm

[25] Cfr. Ortega y Gasset, J. (1983). La rebelión de las masas. Ediciones Orbis, S.A. Madrid. Pág. 32

*Esta afirmación de que el hombre es el animal con memoria más larga se toma guardando las distancias filosóficas y sin asumir los criterios filosóficos del pensamiento Nietzscheano. Importante saber esto para no cometer una relación anacrónica de la idea del artículo.

[26] Cfr. Ortega y Gasset, J. (1983). Obras Completas. Tomo XII. Apéndice III: Aurora de la Razón histórica. Alianza Editorial. Madrid. Pág. 329

[27] Ortega y Gasset, J. (1983). La rebelión de las masas. Op. Cit. Pág. 32

[28] Cfr. Ortega y Gasset, J. (1976). Misión de la universidad. Revista de Occidente, S.A. Madrid. Pág. 18

[29] Cfr. Ortega y Gasset, J. (1983). Obras Completas Tomo VI: Guillermo Dilthey y la idea de la vida. Op. Cit. Pág. 180

[30]* El concept plenitud es ambiguo, sin embargo, tomémoslo en el sentido de que ese pueblo tiene la capacidad de lograr ciertas transformaciones de la naturaleza para alcanzar a estar-bien según las circunstancias de su época. 

[31] Cfr. Ortega y Gasset, J. (1976). Misión de la universidad. Op. Cit. Pág. 17

[32] Ortega y Gasset, J. (1983). Obras Completas.Tomo XII. Op. Cit. Págs. 326-327

[33] Cfr. Ortega y Gasset, J. (1983). La rebelión de las masas. Op. Cit. Pág. 21

[34] Cfr. Carr, E. H. (1978). ¿Qué es la historia? Editorial Seix Barral. 7ma Ed. (Trad. Joaquín Romero Maura). Barcelona. Pág. 129

[35] Ortega y Gasset, J. (1983). La rebelión de las masas. Op. Cit. Pág. 32

[36] Cfr. Ibid. Pág. 68

[37] Ibid. Pág. 99

[38] Ibid. Pág. 102

[39] Cfr. Ibid. Pág. 99

[40] Cfr. Ortega y Gasset, J. (1983). Obras Completas Tomo XII. Op. Cit. Pág. 329

[41] Cfr. Bauman. Z. (2006). Vida líquida. (trad. A. S. Mosquera). Edición Planeta. 

[42] Adelanto que le dedicaré unas páginas a este tema porque lo considero importante para reflexionar.

César Canela

Nacido en Bonao, a finales del siglo XX, siempre estudiante, profesor en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y en la Universidad Católica del Cibao (UCATECI). Actualmente, realizando el doctorado en Filosofía en la Universidad de Salamanca, España. Productor del Podcast Live Filosófico. Amante del saber, amante de la metafísica aristotélica, apasionado de la historia, amante del campo, estudioso de la filosofía especialmente de la hispánica, bibliófilo, cuasi músico e intento de poeta. Miembro de la Unión de Escritores de Monseñor Nouel, Inc; y de la Federación de Campesinos Hacia el Progreso, Inc.

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