Con estas líneas inicia Allan Poe su magnífico relato “El caso del señor Valdemar”, publicado a finales de 1845. Este texto, aunque no tan popular como “El gato negro” o “Los crímenes de la calle Rue Morgue”, no es menos importante que las obras mencionadas. En este escrito, el autor estadounidense se sumerge en uno de sus temas más oscuros y menos recurrentes en todo su mundo narrativo: la revelación mesmérica. Este concepto se define como una especie de éxtasis o hipnotización que ocurre, principalmente, en personas que agonizan en su lecho de muerte. El “mesmerista” es la única persona que puede comunicarse con el ser que coexiste en el trance, que se encuentra entre la vida y la muerte. No daré más detalles para evitar spoilers.
Este cuento, narrado en primera persona por el protagonista, se centra en la vida del señor Valdemar, un hombre de edad avanzada conocido en toda Nueva York por la calidad de sus traducciones. Cuando los médicos diagnostican la muerte de Valdemar, su viejo amigo, el personaje principal, decide seguir con las experimentaciones de Valdemar sobre la revelación mesmérica y convertir sus hipótesis en una teoría. Por lo tanto, busca establecer esa conexión poco antes de la muerte definitiva del traductor, tal como habían acordado en sus numerosas correspondencias. A continuación, comparto un fragmento de la maravillosa prosa de Poe que utilizó para describir el horrible estado físico de Valdemar:
“Cuando lo estaba haciendo se produjo un marcado cambio en la cara del sonámbulo. Los ojos giraron en sus órbitas despacio, las pupilas desaparecieron hacia arriba, la piel tomó un tinte general cadavérico, pareciendo no tanto un pergamino como un papel blanco, y las manchas héticas circulares, que antes estaban muy marcadas en el centro de cada mejilla, se disiparon de súbito”.
Después de varios minutos de esfuerzos continuos, el científico logra comunicarse con Valdemar y hablar sobre su estado. Es en ese momento cuando este último revela que está dialogando desde el más allá de la muerte, no desde la vida misma. Con dudas que se entrelazan en sus pensamientos, el personaje principal abandona el cuerpo de Valdemar durante unos días. Cuando regresa al lecho del paciente y lo sostiene en sus manos, se da cuenta realmente de la desaparición física del señor Valdemar, dejando a todos estupefactos en ese instante.
Interesante y bien logrado el tema