Amor, cuernos, política, muerte y poesía, ¿Quién fue la verdadera víctima: Pérez o Scanlan?
De todas las edificaciones de los alrededores, hay algo que hace de esta edificación diferente al resto, no se trata precisamente de su fachada, decorada con signos esotéricos, ni el detalle de la serpiente sorprendida al reconocer su propia fealdad al verse en el espejo. La diferencia aquí, es precisamente, la curiosa justicia de Santo Domingo y lo que ocurrió frente a este pequeño edificio hace 133 años.
En esta casa funcionó alguna vez el Banco Nacional, la farmacia central de los Marreros y la galería de arte Arawak de doña Mildred Canahuate. Hoy en día, tenemos un museo de ámbar. En esta casa vivió a finales del siglo XIX una pareja de esposos, la hermosísima Emilia Ramírez y el veterano general Santiago Pérez (Chago Pérez). Ambos habían acordado el divorcio, Emilia se lo había pedido porque el general aparentemente tenía poco tiempo para ella, ya que como diputado, se mantenía ocupado en los asuntos políticos de aquel entonces, esta condición fue aprovechada por el poeta venezolano Eduardo Scanlan, quien después de un tiempo, no solo proporcionaba caricias a Emilia que el general Pérez no le proporcionaba, sino que además, lo incluía en poemas y canciones, no conforme, pasaba todas las tardes por la residencia de la pareja, a silbar a la señora, quien cuando podía, se aproximaba a uno de los dos balcones de su casa a recibirle flores, canciones y poemas.
“Precioso rizo de tu blondo pelo,
dulce consuelo de mi cruel dolor
y en cada una de tus hebras de oro
guardo un tesoro de infinito amor.
Tú me recuerdas otro tiempo amado
en que halagado por la suerte fui
y en otro tiempo mi bien querido
correspondido mi cariño vi.
Desde la acera del parque Colón que se encuentra justo en frente, el poeta venezolano no perdía una oportunidad para galantearla cuando la veía asomarse por alguno de sus balcones, nada detenía al trovador, ni siquiera los intimidantes rangos militares de Santiago Pérez, quien en muchas ocasiones le tocó escuchar las canciones y poemas que le dedicaban a Emilia. Siendo la burla de los ciudadanos de Santo Domingo y despreciado por su amada, quien no quería seguir los consejos del marido, de que se alejara de ese poeta temporalmente, por lo menos hasta que el matrimonio se disolviera. Sin percance, Emilia prefirió seguir queriendo a Scanlan pese a los pedidos del general Santiago Pérez, quien desde su residencia ubicada, como ya dijimos, frente al parque Colón, puso fin al relajo, disparándole dos veces al poeta; cuando este cruzaba buscando la mirada de la amada infiel, el marido “cornudo” según unos últimos versos publicados por Scanlan, le disparó desde lo alto a mansalva, hiriéndole de muerte con el primer disparo, mientras el poeta, ya tambaleante disparaba su revolver sin precisión ninguna porque la bala del general Pérez había penetrado el costado derecho y había salido por el izquierdo.
Inmediatamente fue condenado el general Santiago Pérez a muerte, por un tribunal presidido por el autor de Enriquillo, Manuel de Jesús Galván. No valieron las suplicas de clemencia de su abogado don Félix María del Monte y otros distinguidos ciudadanos de aquel tiempo, quienes rogaron a Lilís que le perdonara la vida. La realidad, la cruda realidad era, que el general Santiago Pérez era tan popular y querido por la población de Santo Domingo, que el dictador lo veía como un posible rival y contendiente político, su popularidad incomodaba a Heureaux, por eso cuando se presentaron Pedro A. Lluberes, Fernando Arturo Meriño, el padre Billini, doña Encarnación Echeverría esposa de Félix María del Monte y su hija Mercedita, para suplicarle que le perdonara la vida a Chago Pérez, el dictador se refugió en el poder judicial y no otorgó el perdón, ya que de hacerlo estaría violentando las leyes del Estado, mentiroso, sabía que muerto Pérez, quedaba eliminado del ambiente político dominicano.
El 03 de mayo de 1887, el día de su cumpleaños, fue fusilado Santiago Pérez en el cementerio de la independencia. Dos horas antes de su fusilamiento, circuló por la ciudad, una hoja suelta con la noble despedida del general, dirigida a sus amigos, familiares, esposa, abogado e intermediarios, también al pueblo de Samaná donde era muy querido y al pueblo en general de Santo Domingo (el contenido de esta hoja, lo postearé en otra ocasión). A Emilia Ramírez, se le vio en varias ocasiones visitando la tumba de sus dos amantes, quienes curiosamente fueron enterrados uno al lado del otro en el cementerio de la Independencia, donde aún permanecen.